Aún no había despertado el sol, cuando unos cuantos vecinos se congregaban en la taberna para tomar una copa de orujo antes de hincar las labores cotidianas, entre ellos el Tío Vinagres. Hoy habían madrugado más que de costumbre porque la jornada terminaría antes. Por fin llegaría la luz hasta la pequeña Villa. En el lugar, no se hablaba de otra cosa, la luz vendría desde vozmediano hasta el pueblo más rápida que el viento.

 
            -Imposible, decían unos-.
            -¡Verdad!. Comentaban otros que ya habían oído hablar de este acontecimiento en otras localidades. Entre los incrédulos se alzó la voz del Tío Vinagres: - Apuesto con quien quiera que yo, desde Vozmediano, montado en mi negra yegua llego antes que la luz al pueblo-.
 
 La bravuconería del Tío Vinagres ocasionó, esta vez, la risa de aquellos vecinos que se encontraban en la taberna. La mayoría lo trató de loco, tan sólo algunos aceptaron la  apuesta, pues no todos se podían permitir perder ese dinero. El trato quedó cerrado. Si ganaba él, obtendría una sustanciosa suma, si perdía tendría que trabajar muchas peonadas para poder pagar su deuda.
 
 Todos se marcharon a sus labores y el Tío Vinagres, ataviado con la ropa de diario, también se retiró para preparar su yegua. Ha de iniciar el camino hacia Vozmediano.
 
 Un pequeño grupo de pájaros sobrevuela el cielo de Ólvega, trazando amplios círculos, recorren de norte a sur la bóveda celeste limpia de nubes, saludan al astro rey que preside un nuevo día en la villa y alegra el desnudo invierno. Parece, con su rápido ir y venir, que despiden al caminante ya situado en la salida de Ólvega dirección hacia el pueblo. Montado en su veloz y negra yegua, al llegar a la ermita de la Soledad, antiguo humilladero, hace un alto para ofrecer una silenciosa plegaria a la Virgen.
 Campos de labor, a los que el hierro forjado ha abierto las entrañas para en el verano recoger la preciada mies, es lo único que acompaña al Tío Vinagres. El invierno está siendo poco lluvioso, el polvo del camino delata al jinete que raudo se dirige hacia las estribaciones del majestuosos Moncayo.
 

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