Discurso de presentación del acto de la Segunda Numancia. Ólvega 2017

Aquí yacen sepultados

los mártires inocentes;

ejemplo de los pasados,

memoria de los presentes.



Os felicito a todos los olvegueños que en este día queréis rendir homenaje a los héroes del acontecimiento más glorioso de vuestra historia. El santo y seña que nos identifica como pueblo: la gradeza de espíritu, la nobleza de ideas, la libertad. Esta fecha, el 14 de marzo de 1474, es la de la consagración en el tiempo de un gesto que cambió la humanidad:

Podemos hablar de tres numancias que transformaron el rumbo de la historia humana.



a) En la primera Numancia murieron los Arévacos de Araviana y Óbriga con los numantinos, frente a los romanos, defendiendo su independencia y libertad. Dicen que de aquel fuego salió volando una paloma. Todo un símbolo. Allí Roma aprendió que no es el dominio quien se impone a los pueblos, sino el respeto y la ideosincracia y libertad. A partir de Numancia, Roma nos dió su cultura, los derechos de todos, la peculiaridad nacional. Allí se puso fin a la antigüedad, caracterizada por las tribus y nacieron las naciones.

Lo mismo que hizo España en América siglos después.



b) También la Segunda Numancia y su sacrificio supuso otro cambio radical para toda la Humanidad. Los nobles eran los nuevos tiranos de las nuevas tribus implantadas en sus dominios. Nuestros antepasados se negaron a ser esclavos de nadie, en concreto de la tribu del conde de Medinaceli, y prefirieron morir antes que perder su libertad. Morir heroicamente es vivir, hacerse inmortales para la historia. Pocos años después, un olvegueño, Diego de Pereda y Morales, será el obispo de los dominios del conde de Medinaceli.

Con el incendio de Ólvega, entre otros episodios, nació la Edad Moderna. Lo ocurrido en nuestra localidad decidió el triunfo de Isabel La Católica sobre los nobles españoles, y su resistencia hasta la muerte fraguó las ideas de la revolución francesa, creadora de la edad contemporánea.



c) Me atrevo a llamar Tercera Numancia a la Segunda Guerra Mundial. De las consignas francesas de libertad, igualdad y fraternidad, esta última es la que menos se había desarrollado. Frente a la fraternidad, una guerra universal. Esta lucha puso fin a las dictaduras e implantó la democracia. El respeto a la libertad de los demás es lo primero. Otro rasgo es la globalización, la universalidad de todos los pasajeros en el barco de la Tierra. Las noticias de todos llegan hasta todos; la bolsa de Japón o EEUU determinan la de Madrid.

Se ha desarrollado el sentido de la comunidad universal, de la fraternidad. El pueblo manda, todos los hombres y mujeres son iguales, nadie es más que nadie. Hay un riesgo: perder la personalidad y diluirse en la masificación que otros, especialmente el consumismo, promueven.



Los olvegueños de hoy, herederos de la Segunda Numancia, queremos el heroismo de los mejores, incorporarnos a la solidaridad universal bajo el imperio de la razón personal. Ejemplo de los pasados, memoria de los presentes: pasado y presente juntos en nuestras manos. Ojalá los hechos analizados nos ayuden a valorar esta conmemoración y a ser el mejor pueblo del mundo, el adaliz de la modernidad y del futuro.

Que Carmen Hernández, desde el cielo, nos ampare.



                                             Ángel Jiménez del Campo

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ÓLVEGA SEGUNDA NUMANCIA

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