Ayer, domingo 25 de febrero, se celebró en nuestra localidad el tradicional día de la matanza. A continuación os dejamos el pregón del mismo y un breve resumen fotográfico.

 

 

LOS JÓVENES Y LA MATANZA

 

Queridos amigos y vecinos,

 

Celebraciones como la de hoy son para unos, un alto en la vida cotidiana del pueblo; para otros, es el reencuentro con la tierra, los familiares y los amigos. Para todos, es motivo de celebración.

 

Especialmente para los más mayores el día de la matanza os traerá a la memoria pequeñas cosas de la infancia y juventud.

Para nosotros, los jóvenes de hoy, la celebración del día de la Matanza es como una película, no lo hemos vivido; se reduce prácticamente a las historias familiares en las que los abuelos nos contaban con qué alegría se celebraba ese día que era considerado casi, casi de fiesta.

El tiempo, las faenas del campo, los trabajos caseros, impregnaban sus vidas: el arar, la siembra, la escarda, la siega, la par- va, el aventar, los costales de trigo, el molino, el horno, el pan, eran otras tantas actividades de las vidas de nuestros antepasados.

Las casas no eran un televisor y unos dormitorios, eran escuelas del vivir cotidiano. La chimenea era punto de encuentro, la cocina testigo de todos los sucesos familiares. La cuadra, el corral y la pocilga eran el complemento mínimo necesario para la vida familiar.

La matanza era rito, fuente y origen de toda la cocina familiar a lo largo del año; un hecho repetido anualmente, donde la colaboración de los amigos y vecinos era lo habitual.

 

Para los más jóvenes esto queda muy atrás; prácticamente sólo vive ya en los recuerdos de las generaciones de los mayores. Es un mundo que se ha ido. Para bien o para mal. No era un mundo idílico; era duro; lleno de carencias; pero muy humano.

 

Recordemos pues una de las vivencias que es todavía referencia de lo que fueron nuestras vidas y punto común en nuestra memoria: La matanza.

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